No oyó el sonido tan cotidiano del despertador, por lo que supuso que todavía era temprano. Abrió los ojos pero no logró ver mucho, la oscuridad todavía envolvía la habitación. Se levantó y se dirigió a la puerta por donde entraba un poco de luz.
Tenía una sensación muy extraña; pero lo que más le llamó la atención fueron dos cosas: El silencio tan absoluto, la ausencia total de cualquier ruido…¿Se habría quedado sorda? La otra, la del desacostumbrado bienestar que experimentaba en todo su cuerpo.
Cuando llegó al dintel de la puerta, una enorme habitación en penumbra se abrió ante sus ojos. No conocía el sitio, jamás había estado allí. Miró a todos lados y nada pudo reconocer. Delante de ella, una serie de personas alineadas en fila india, se dirigían en silencio a una escalera que subía a algún sitio que no podía ver. Sin saber porqué permaneció allí, hasta que, siguiendo su turno, llegó al primer escalón.
Cuando subió el primer peldaño, a la altura de su cintura pudo ver unas manos pequeñitas, amorosamente sustentadas por las manos de una mujer joven. Conocía esas manos; mil veces la habían acariciado, amparado..., enjugado sus lágrimas. Eran su sostén, su amparo, su felicidad. Conforme iba subiendo cada escalón, sus manos se tornaban un poco más grandes, más hábiles, más diestras.
A mitad de la escalera, aparecieron otras manos chiquititas que se posaron en las suyas. Ahora eran las suyas las que sustentaban, protegían, acariciaban y acudían… Y dos escalones más arriba, otras dos, igual de diminutas, se unieron a las anteriores; y también las prendió con amor, con emoción, con cariño y procuró que nada les dañara.
Y fueron creciendo las manos pequeñitas y las suyas se fueron llenando de pequeñas marcas color miel, que el tiempo iba pintando… Y junto a las suyas, las otras manos de mujer, también se iban sombreando y haciendo finas, casi transparentes.
Y cuando ya tenía más de la mitad de la escalera subida, otras manitas pequeñas, frágiles, dulces y suaves se fueron uniendo a las suyas; dos, cuatro, seis, ocho…, y nuevamente sintió la ternura, la emoción y la caricia de la vida rebrotada. Y su corazón volvió a latir con fuerza, con ilusión, con nueva savia.
Y un buen día, las manos transparentes que sustentaban las suyas, se diluyeron, perdieron cuerpo y materia, se transformaron sólo en caricia…
Sin darse cuenta, llegó al último escalón. Y allí estaba, el dintel de otra puerta que se abría a la luz infinita, al murmullo de aguas cristalinas, al perfume de los campos y del mar… Y se adentró, se dejó envolver por aquélla levedad… Y nuevamente, las manos transparentes, acudieron en su busca, y con un gesto de cariño, tomaron las suyas…
Cuando llegó al dintel de la puerta, una enorme habitación en penumbra se abrió ante sus ojos. No conocía el sitio, jamás había estado allí. Miró a todos lados y nada pudo reconocer. Delante de ella, una serie de personas alineadas en fila india, se dirigían en silencio a una escalera que subía a algún sitio que no podía ver. Sin saber porqué permaneció allí, hasta que, siguiendo su turno, llegó al primer escalón.
Cuando subió el primer peldaño, a la altura de su cintura pudo ver unas manos pequeñitas, amorosamente sustentadas por las manos de una mujer joven. Conocía esas manos; mil veces la habían acariciado, amparado..., enjugado sus lágrimas. Eran su sostén, su amparo, su felicidad. Conforme iba subiendo cada escalón, sus manos se tornaban un poco más grandes, más hábiles, más diestras.
A mitad de la escalera, aparecieron otras manos chiquititas que se posaron en las suyas. Ahora eran las suyas las que sustentaban, protegían, acariciaban y acudían… Y dos escalones más arriba, otras dos, igual de diminutas, se unieron a las anteriores; y también las prendió con amor, con emoción, con cariño y procuró que nada les dañara.
Y fueron creciendo las manos pequeñitas y las suyas se fueron llenando de pequeñas marcas color miel, que el tiempo iba pintando… Y junto a las suyas, las otras manos de mujer, también se iban sombreando y haciendo finas, casi transparentes.
Y cuando ya tenía más de la mitad de la escalera subida, otras manitas pequeñas, frágiles, dulces y suaves se fueron uniendo a las suyas; dos, cuatro, seis, ocho…, y nuevamente sintió la ternura, la emoción y la caricia de la vida rebrotada. Y su corazón volvió a latir con fuerza, con ilusión, con nueva savia.
Y un buen día, las manos transparentes que sustentaban las suyas, se diluyeron, perdieron cuerpo y materia, se transformaron sólo en caricia…
Sin darse cuenta, llegó al último escalón. Y allí estaba, el dintel de otra puerta que se abría a la luz infinita, al murmullo de aguas cristalinas, al perfume de los campos y del mar… Y se adentró, se dejó envolver por aquélla levedad… Y nuevamente, las manos transparentes, acudieron en su busca, y con un gesto de cariño, tomaron las suyas…
Maruja Rufes
Más historias basadas en la obra: "El Silencio" en el rincón de
http://maticesdecolores.blogspot.com/
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27 comentarios:
Total, que nos has contado una de esas historias que, basadas en una imagen de cien mil interpretaciones, se les pueden dar más de cien mil interpretaciones más.
Un besito y bienvenida.
Hola valenciana paisana, es la primera vez que entro en tu casa y no puedo alegrarme más. Espero seguir haciéndolo.
Tu relato extraño, como todos los que están marcando esta imagen, pero lleno de sensibilidad y ternura.
Me ha gustado mucho.
Saludos
Maruja, primero quiero decirte que es un placer volver a leerte y que estes participando de esta convocatoria.
Tu relato me hizo erizar la piel, si bien puede tener muchas formas de interpretarse, yo lo hice como el recorrido de una persona, que va sintiendo las manos de su madre, luego de sus hijos, y de todos los seres amados, hasta el momento de su muerte. Si no es eso lo que quisiste decir, no importa, a mi me ha llegado así y me ha emocionado.
Un besote enorme Reina!!
este relato tuyo, sin lugar a dudas, yo lo hubiera titulado VEN Y SÍGUEME...
es un bien y sígume plagado de dulzura..es un bien y sígueme que, desde mi punto de vista, que nunca te dirá que has muerto o que vas camino del apraíso 8esta es la interpretación que hago de este tu relato), es un ven sígueme sosegado y no me temas...es un ven y sígueme que MIRA, MIRA LO QUE TE ESPERA AL FINAL DE LA ESCALERA QUE TE HE PROPUESTO SUBIR: EL PARAÍSO...
sabes, agüela, de los que llevo leídos, este es otro cuya marca de fábrica es la ORIGINALIDAD...
medio beso, agüela, y bienvenida¡¡
Maru, encantada de tener otra amiga, gracias por pasarte por mi pequeño rincón, siempre gusta sentirse acompañado.
Esta historia, es la historia de muchas vidas, unidas con las manos llenas de amor, al final cuando acabamos de subir los escalones, es lo único que nos hace sentir que lo emos hecho bien,derramaste ternura en tus letras...Besos tiernos....Lucia.
Pues si, es orginal, el camino hacia el fin... la vida en veinte escalones, lo pleno y lo bueno...
Al menos lo he entendido así por los contrastes, hija, madre, abuela...me ha gustado, es otro matiz, unos han visto esperanza, otros un fin caótico y en el tuyo "la luz como antesala" de la que muchos hablan.
Besos
"bienvolvida" Maru!
Tu relato tiene tu sello: la ternura, la familiaridad del afecto dado "a manos llenas". El camino vital, asistido y asido por tantas manos...
Una escalera que se sube con esperanza: buen punto de vista.
besos y abrazos mil
Vuelves Maru ¡¡qué alegría!! ¡¡Que gusto volver a leerte preciosa!! Espero que sea el primer jueves de muchos después de esta pausa.
Me has hechizado como siempre con tu sello dulce de ternura. Creo que tu protagonista...se ha "ido" durante la noche en busca de la luz y le acompañan las caricias de quienes la aman y la han amado, madre, hijos, nietos, a mitad de la escalera...dejan de acompañarla para que otras manos de quienes se fueron antes...salgan a recibirla en el paraíso donde se haya la luz. Es mi visión de lo que nos cuentas y me estremece.
Un beso grande preciosa.
Esa luz poco a poco le va envolviendo hasta que se funden con esas manos pequeñítas transparentes, hasta llegar a la luz soñada.
Muy bonito
Un abrazo
Antes que nada, manifestarte mi alegría por tenerte de nuevo entre nosotros, Maru.
Tu relato, pleno de ternura, me evoca la imagen de la vida como esa escalera que subimos hasta el último escalón y como en esa subida nos vamos apoyando y adquiriendo fuerzas con las personas que amamos. Siempre hijos y en algún momento de nuestra vida, padres y abuelos. Esa es al menos mi interpretación de tu relato.
Un abrazo.
Me ha encantado. Primero, ya te tocaba volver, eh?, cuánto tiempo ... Segundo, por la forma en que la escribes, esa forma limpia, nítida y visible. Tercero, por esa escalera de la vida, que se sube tan natural y tan llena de las emociones, que nos presentas a través de las manos, propias y próximas.
Un beso, Maru.
Primero.... BIENVENIDA DE NUEVO!!!!!!
se te echaba de menos por aqui.
Tu relato le da un giro a la interpretacion, no ves soledad ni aislamiento, ves la progesion vital de la persona hasta alcanzar esa meta de final desconocido pero anhelado.
Me ha gustado como lo has planteado, es una puerta abierta.
Un beso
Queridos amigos Verónica, Sindel,Gustavo, Lucía, Matices, Vivian, Medea, Pepe, Juan Carlos, Manuel.
Bien hallados todos, queridos amigos. Es un placer retomar el log y encontraros a todos.
Efectivamente, lo que vi primero fue de dónde salían (un ligar oscuro) y dónde llegaban. Lo que hay en la habitación no me pareció interesante, no tiene color ni movimiento.
Me imaginé una vida que viaja a la luz.
Y si, pensé en mis manos, en las de mi madre, luego en las de mis dos hijos y finalmente en las de mis cuatro nietas.
Y, nuevamente, me reencuentro con las manos de mi madre.
Lo más importante es ese soporte de amor y protección entre todas las manos.
Me alegro que haya podido llegar hasta vosotros...
Un beso grandoooooooote. I love.
José Vicente. Muchísimas gracias por tu visita, por tu comentario. Efectivamente somos paisanos.
Espero que te encuentres cómodo con esta pandilla de escribidores y te quedes con nosotros.
Un besito, amigo, gracias otra vez.
En primer lugar decirte que me ha encantado conocerte, como ves, soy nueva en esto de ser juevera y la verdad es que tod@s sois una verdadera familia virtual y me han recibido estupendamente.
De tu relato me ha gustado tu manera de verlo, lo has explicado muy bien, al ascender, las manos han ido creciendo. Y veía las diferentes generaciones a través de esas manitas.
Muy tierno.
Un beso juevero.
ayyysss !!!
que hermosoooo relato...
me ha dejado con una sensación increíble de ternura que... no se como describir...MILLLL FELICITACIONESSSS REALMENTE ES EL MEJOR Y MÁS BELLO RELATO
Pero ... MARUUUUUUUUUUU ¡¡xD!! ¿¿¿se puede saber donde te habías metido???
Apareces... Mmmmm ¡¡qué alegría!! pero no había visto tu entrada hasta ahora, es como si hasta hubieras escrito escondida, acurrucada para que nadie te viera... bajando por el blogoroll he visto tu entrada y no lo podía creeer ...¡¡si eres tú de verdad!! Muaaaaaakss, preciosa.
Si tardas un poco más me encuentras hecha un carámbano completamente jajaja pero no te preocupes... yo me descongelo, aunque sea con un lanza llamas...
Tu relato... tu relato es...como cuentan que es la muerte por congelación...dulce, suave, te vas durmiendo y sintiendo que por fin el calor que falta fuera, te invade por dentro. No quisiera parecerte tétrica en absoluto... de hecho, esa superposición de manos resulta de lo más reconfortante..puuura ternura por la que dejarte envolver y guiar hacia esa luz que brilla al final de la escalera... a lo mejor hoy eres tú mi luz... me dejaré guiar y ojalá también tú me des la mano y vuelvas a estar cerquita.
Un beso inmeeeeeeeenso y feliz finde... voy a ver si encuentro un poco de calorcito...aquí ya he encontrado un poco, graacias bonita.
Muaaaaaakss inmneso MARU
Sabía lo de las manos, me lo iamginaba, tal y como iba subiendo escalones contigo veía el cariño detrás de cada dedo, palma o muñeca.
Siempre tierna, siempre amorosa, siempre "Güela" como dice Gus.
Me alegro de leerte de nuevo.
Besos
Extraño discurrir el de tu relato, pero salvado por la ternura que dejan esas manos. Magico como un sueño el haz de luz que se reparten.
Un beso
Aquí estás de nuevo BIEN, tus relatos jueveros faltaban, y ahora ya los tenemos.
Como dice Cas lleva tu sello, un camino, una vida escalera a escalera, manos que ayudan y protegen hasta el fin. Lindo.
Un abrazo.
Maruja el tuyo es un mensaje de esperanza, no hay que temer el camino que nos lleva a la muerte, pues estarán las manos queridas que nos apuntalarán y apoyarán en todo el trayecto.
¡Conmovedor por lo que representa!
Te dejo un fuerte y caluros abrazo, y que bueno verte por aquí nuevamente maruja
un final feliz para esta historia que a todos nos trae en espera para subir la escalera... un beso
Más vale tarde que nunca dulce Maru, perdona mi retraso por gripe tonta.
TE ENCONTRABA A FALTAR, BIEN RETORNADA AMIGA, AHORA A QUEDARSE Y A REGALARNOS TUS PALABRAS SIEMPRE BELLAS.
He sentido una nostalgia dulce en cada peldaño, acariciada por las manos que aplauden, que sostienen la vida, le dan sentido, manos diversas como diversos instantes, esa es la luz en tu ventana.
Hasta pronto, besitos, petons molts.
Encarni, Maria. Gracias por vuestra visita. Bienvenidas a este grupo de escribidores, "Los Jueveros" espero que os encontréis cómodas y os haga felices.
Me alegro que os haya gustado el relato y os agradezco las lisonjas.
Así que espero esto sea el principio de un largo intercambio de pareceres.
Besitos, amigas.
MARIA!!!!!!! Cariño mío... Cuanto tiempo ¿verdad?
Bueno he estado en EEUU, añorando a los de acá. Y ahora estoy acá añorando los de allá...Es mi sino, ya sabes.
Sí, hace mucho frio... y con lo friolera que eres, te lo estarás pasando fatal!!!!! Abrígate bien.
Sabes, corazón, desde que vi morir a mi madre, me imagino así la partida. Serena, tranquila, llevando un gran equipaje de amor de todo lo vivido con los seres queridos aquí, y, una vez allí, el encuentro feliz con los que nos esperan...Si luego resulta que no es así... nadie me quita el sueño de haberlo vivido así.
Poquito a poco os iré leyendo a tod@s, es un placer, ya lo sabes.
Un besito grande, preciosa.
Alfredo, amigo mío, ya sabes, tú también eres "güelo"... ¿Se puede tener otra cosa que no sea ternura con ellos???? Imposible.
Encantada en "verte" querido Alfredo.
¡Hola Maru!
Sentir en nuestra partida esas manos arropándonos, nos evita quedar bloqueados por el miedo y la tristeza.
TERNURA es la palabra que mejor define tu relato.
Me alegro mucho, que ya estés de vuelta, pero no imaginas lo que he podido sentir cuando he visto tu foto en mi ventanita de seguidores.
Para mi que soy nueva en esto, ha sido como cuando te visita por sorpresa y por primera vez tu madre en tu nueva casa.
GRACIAS!!!!Me has alegrado el día.
Flori.
P.D. Prometo no volverte a "echar" de menos.
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