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martes, 8 de mayo de 2012

LOS JUEVES LITERARIOS. Esta semana... Érase una vez...un cuento infantil.


 Érase una vez...,  un niño que se llamaba Andrés.
 Andrés siempre estaba sentado en el porche de su casa. Sufrió un accidente cuando era más pequeño;  lastimó sus piernecitas y no pudo ya andar. Se pasaba muchas horas mirando como los demás niños jugaban: al escondite, al pilla-pilla, en bicicleta, en patinete; bueno,  disfrutaban con todas esas cosas tan divertidas a las que juegan los niños, aunque él,  lo único que podía hacer era mirar .
 Le gustaba mucho leer. Sobretodo historia fantásticas de aventuras, de gente de viajaba por todo el mundo, de héroes que luchaban con los malos y siempre ganaban; porque para eso eran héroes, ¡claro!
 Los demás niños, no es que fueran malos y no le hicieran caso...no;   pero claro, después de saludarle y hablar un ratito con él, se iban a jugar,  y nuevamente,  solo mirándoles.
Se sentía triste y pensaba que era el niño más desafortunado del mundo...
 Un día, sentado en el porche como de costumbre, su vecinito Javier fue a saludarle; llevaba cogida de la mano a una preciosa niña de rubios cabellos.


Se acercó, y le dijo
-Hola Andrés, ¿cómo estás?
-Bien, aquí..., sentado, como siempre.
-Mira, te presento a mi prima Montse; se ha venido a vivir con nosotros.
-Encantado, Montse, le dijo mientras le tendía la mano. Pero Javier, tuvo que coger la mano de Montse y acercársela a la de Andrés para que se pudieran saludar.
 -Perdona, es que soy ciega y no he visto que me tendías la mano. Encantada en conocerte. Andrés le estrechó la mano, un poco confundido.
-No te preocupes, dijo, luciendo una preciosa sonrisa..., me pasa a menudo.
Era una niña muy guapa, de ojos azules y muchas pequitas por la nariz y las mejillas. Tenía una sonrisa limpia y franca. Estuvieron hablando un buen rato, Montse se reía constantemente. Era tremendamente alegre y simpática.
-Oye, Andrés,  ¿ por qué no me das la mano y vamos a pasear un rato?
-Bueno verás, es que yo no puedo caminar. Tuve un accidente de pequeño y estoy siempre sentado en una silla de ruedas.
-Perdona, Andrés, no lo sabía, lo siento. Pero mira, podemos hacer un trato.
-A ver Montse..., qué se te ocurre.
 -Yo seré tus piernas y tu mis ojos, ¿si? Yo llevaré tu silla de ruedas y mientras paseamos, tu me guías y me cuentas lo que ves..., y también me leerás cuentos, ¿qué te parece? -Caray, Montse, eres extraordinaria. Has tenido una idea estupenda.
Y nunca más se aburrieron ninguno de los dos. Se hicieron amigos inseparables.
¡Amigos para siempre!
Y colorin colorado... este cuento se ha acabado.

 Si queréis leer más cuentos infantiles, venid a casa de VICENTE y nos lo pasaemos muy bien.
- Gracias Vicente por la coordinación de este "Jueves".