
Es jueves, uno de diciembre de mil novecientos cincuenta y cinco. Un día como otro cualquiera para Rose Parks. Está esperando el autobús que va por la Avenida Cleveland, en Montgomey, Alabama. Está cansada; cansada de trabajar tantas horas - es modista- cansada de que su sueldo y sus condiciones de vida estén devaluados por el color de su piel. Toda su vida está marcada por ese hecho. Vive en un gran país que presume de ser la cuna de la democracia, de la libertad y todas esas cosas que están en la Constitución pero que parece que sólo ampara a los blancos.
Desde hace seis años, y ahora tiene cuarenta y dos, está trabajando para combatir el segregacionismo, como asesora en una asociación para promover el bienestar de los negros, la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP).
Llega el autobús. El conductor es Blake, con el que no pocos negros han tenido problemas debido a sus ideas racistas. Si puede, lo esquiva y espera a otro vehículo, pero hoy prefiere subir.
-Según la ley de Alabama, las diez filas de delante se reservaban a los blancos y, aunque no hubiera ningún pasajero de ese color, debían quedar libres; las diez últimas se dejaban a los negros, y las diecisiete intermedias, dependían del conductor.-
Llegan a la parada del cine Empire y un hombre blanco se queda de pie. Blake grita a Rosa y a los otros tres viajeros negros sentados en medio que se levantaran. Mientras los demás le obedecían en silencio, ella sólo se corre hacia la ventanilla y mira la cartelera del western que proyectaba enfrente, A Man Alone (Un hombre solo). Cuando Blake se enfrenta a ella y la amenaza con el arresto, Rose contesta su célebre y digno: —"You may do that". (Tú puedes hacer eso)
Está cansada de aquella situación. Allí está Blake, de pié a su lado, chillándole e insultándole. Recordándole que:" I AM A WHITE MAN" (yo soy un hombre blanco). Mientras los gritos se pierden en la nube de su indiferencia, muchas imágenes pasan por su mente. La de sus antepasados, esclavos, comprados y vendidos como mercancía, tomados, poseídos... Sin derechos, sin dignidad, sin nada.
Su abuelo durmiendo con el rifle al lado de su cama, temeroso de que encapuchados, a lomos de caballos, con antorchas, amparados en la oscuridad de la noche, intentaran quemar su casa y los que estaban dentro. Es una imagen que rememora constantemente. Siempre humillados, desde que nacían hasta que morían...Ya está cansada...Sólo tiene un sueño: Que todos fueran iguales.
Poco imagina que ese día, se encenderá la mecha, que en boca del Reverendo Martin Luther King, activará la espoleta de la lucha por la igualdad para todos los ciudadanos de su país.
El veintiocho de agosto de mil novecientos sesenta y tres, delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington, DC, durante una histórica manifestación de más de doscientas mil personas, en pro de los derechos civiles para los negros en los EE.UU,- La Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad - Martin Luther King pronuncia un discurso que quedará escrito en el recuerdo de Historia del Mundo.
...—"No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.
—Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales"...
Y un día, los sueños de Rose Park, de Luther King y de tantas y tantas personas que soñaban con la igualdad entre blancos y negros en Estados Unidos, se vio recompensada. El 14 de julio de 1964 el Presidente Lyndon B. Johnson, firma la Ley de Los Derechos Civiles.
Fue una legislación histórica en los Estados Unidos que prohibe la aplicación desigual de los requisitos de registro de votantes y la segregación en las escuelas, en el lugar de trabajo e instalaciones que sirvan al público en general.
...Y otro día, los periódicos de todo el mundo, traían en su portada la noticia:
-Barack Obama se ha convertido, poco después de las 17.00 GMT de este martes en el 44º presidente de EE UU. Desde una tribuna colocada en la fachada oeste del Capitolio, el primer presidente afroamericano ha posado su mano izquierda sobre la misma Biblia que utilizó en 1861 Abraham Lincoln en su toma de posesión y ha pronunciado la fórmula reservada para estas ocasiones ante el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, culminando una ceremonia ya tradicional pero que hoy se ha convertido en histórica ante la ilusión suscitada por esta joven figura política, de sólo 47 años.
Era el 20 de Enero de 2009 - Se cumplían muchos sueños... Que no sean los últimos...
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