Andrés siempre estaba sentado en el porche de su casa. Sufrió un accidente cuando era más pequeño; lastimó sus piernecitas y no pudo ya andar. Se pasaba muchas horas mirando como los demás niños jugaban: al escondite, al pilla-pilla, en bicicleta, en patinete; bueno, disfrutaban con todas esas cosas tan divertidas a las que juegan los niños, aunque él, lo único que podía hacer era mirar .
Le gustaba mucho leer. Sobretodo historia fantásticas de aventuras, de gente de viajaba por todo el mundo, de héroes que luchaban con los malos y siempre ganaban; porque para eso eran héroes, ¡claro!
Los demás niños, no es que fueran malos y no le hicieran caso...no; pero claro, después de saludarle y hablar un ratito con él, se iban a jugar, y nuevamente, solo mirándoles.
Se sentía triste y pensaba que era el niño más desafortunado del mundo...
Un día, sentado en el porche como de costumbre, su vecinito Javier fue a saludarle; llevaba cogida de la mano a una preciosa niña de rubios cabellos.
-Hola Andrés, ¿cómo estás?
-Bien, aquí..., sentado, como siempre.
-Mira, te presento a mi prima Montse; se ha venido a vivir con nosotros.
-Encantado, Montse, le dijo mientras le tendía la mano. Pero Javier, tuvo que coger la mano de Montse y acercársela a la de Andrés para que se pudieran saludar.
-Perdona, es que soy ciega y no he visto que me tendías la mano. Encantada en conocerte. Andrés le estrechó la mano, un poco confundido.
-No te preocupes, dijo, luciendo una preciosa sonrisa..., me pasa a menudo.
Era una niña muy guapa, de ojos azules y muchas pequitas por la nariz y las mejillas. Tenía una sonrisa limpia y franca. Estuvieron hablando un buen rato, Montse se reía constantemente. Era tremendamente alegre y simpática.
-Oye, Andrés, ¿ por qué no me das la mano y vamos a pasear un rato?
-Bueno verás, es que yo no puedo caminar. Tuve un accidente de pequeño y estoy siempre sentado en una silla de ruedas.
-Perdona, Andrés, no lo sabía, lo siento. Pero mira, podemos hacer un trato.
-A ver Montse..., qué se te ocurre.
-Yo seré tus piernas y tu mis ojos, ¿si? Yo llevaré tu silla de ruedas y mientras paseamos, tu me guías y me cuentas lo que ves..., y también me leerás cuentos, ¿qué te parece? -Caray, Montse, eres extraordinaria. Has tenido una idea estupenda.
Y nunca más se aburrieron ninguno de los dos. Se hicieron amigos inseparables.
¡Amigos para siempre!
Y colorin colorado... este cuento se ha acabado.
Si queréis leer más cuentos infantiles, venid a casa de VICENTE y nos lo pasaemos muy bien.
- Gracias Vicente por la coordinación de este "Jueves".